(Y LA CONSTANTE SENSACIÓN DE SER UN VILLANO)

Mientras escribo esto desde mi sala, tratando de exprimir mi cerebro para transmitir las maravillas de la ciencia, noto algo: estoy seca.

La necesidad de conocer en el ámbito que me desempeño lo ha vuelto algo cotidiano, hasta imperativo. Por que la ciencia no te da mucho margen de error, en especial, cuando como yo, trabajas con personas. Esos ensayos no pueden repetirse, esa persona no tiene que sufrir las consecuencias de tus errores.

La vida personal en un laboratorio clínico se debe quedar fuera, vaya, no es que seas un robot, pero no eres “la persona” que eres, ponerte la bata es ponerte un uniforme (incluso para algunos un disfraz: tengo bata, soy científico, yo sé).

Y eso no motiva a dedicarle la vida a esto. No impulsa a quienes buscan una carrera a dedicarle 8 horas (a veces más) de su existencia diaria a este tipo de presión.

Sin embargo, cuestionando discurso, me encuentro observando el cargador de la computadora, que envía su corriente a una batería de litio, lo que me permite continuar el texto, o ver memes de gatitos cuando me siento abrumada. Luego pienso en los gatos y su eficiencia en la caza, y como es que logramos “domesticar” a esta especie, y a también domesticamos a sus enemigos perpetuos en caricaturas, libros, series y dichos populares; los perros. Hace milenios alguien tomó un lobo y lo crió para dar como resultado a Canis familiaris.

En un solo párrafo les logro describir la maravilla de la química y el conocimiento que alguien tuvo que desarrollar para crear las baterías mas duraderas, eficientes y accesibles que hemos conseguido (hasta ahora), al mismo tiempo que menciono los conocimientos básicos que tengo de biología y el estudio de la genética en nuestros animales de compañía.

Pero decaigo de nuevo, por que es sabido que en México la población tiende a creer mas en magia, brujería u otros placebos antes que en la ciencia. En México la ciencia es despreciada, temida. Para algunos de mis pacientes soy una villana por recomendarles dejar de consumir alimentos altos en azúcar para evitar diabetes o tener sus niveles de glucosa en valores saludables. En México ser científico es desventaja, ser mujer lo complica.

Vivimos algunas de mis colegas y yo con el pesar del síndrome del impostor, cuestionándonos constantemente si nos merecemos el lugar que tenemos. Personalmente mi conflicto mayor es tener el título de “Señorita” cuando algunos de mis compañeros hombres dirigen pacientes conmigo, mientras veo, con algo de envidia debo admitir, que un titulado varón si recibe el adjetivo de “compañero”. ¿No soy acaso yo su compañera? ¿No desempeñamos acaso las mismas funciones? ¿No tenemos acaso el mismo salario? ¿Las mismas responsabilidades?

Ser mujer de ciencia en México te divide en dos personajes y pocas veces es favorable para una. Eres la señorita que hace una cosa, o eres la bruja que enferma a otros y les restringe sus placeres.

Aún así, la ciencia edifica, no pasa un día sin que aprenda algo nuevo en mi rama. Siempre hay algo que descubrir, tenemos que saber buscarlo o estar abiertos a encontrarlo. Estar dispuestos a deslindarnos de nuestro orgullo y decir “esto no lo sabía, pero ahora lo sé” y trascender, trascender al egoísmo y compartirlo, compartir que la humanidad trabajó con un páncreas de perro y aisló insulina para ayudar a otro can diabético, eventualmente se desarrollan estudios de laboratorio, se aisló la insulina para humanos para finalmente encontrar la manera de sintetizarla en laboratorios de manera masiva y así hacerla económica y fácil de obtener. Compartir que Rosalind Franklin tuvo un papel crucial en el descubrimiento de la estructura del ADN. O que gracias a Tu Youyou se cuenta con un tratamiento contra la malaria que no solo es eficiente, sino que se influenció por la medicina China antigua. La ciencia no está peleada con la tradición, la ciencia es una puerta abierta por que ningún descubrimiento es malo, incluso si algo no funciona , comprobar que no lo hace evita retrocesos y lo importante es eso, no retroceder.

Lo que mejor he aprendido de ser Química Bacterióloga Parasitóloga , irónicamente, no ha sido la química o la microbiología, lo que mejor he aprendido de ser mujer de ciencia es a ser humilde, reconocer que las respuestas que hoy tengo pudieran ser obsoletas en unos años, estar dispuesta a ser corregida y a eliminar mis prejuicios.

Y tocamos así otro tema, el prejuicio, que nos detiene no solo a descubrir, sino a avanzar y permitir que otros lo hagan, en éste caso el rechazo perpetuo y la descalificación  hacia la cannabis que nos deja ciegos e incapaces de darnos cuenta de lo privilegiados que somos, por que muchos de nosotros tenemos salud, somos autosuficientes,  y el prejuicio no nos detiene a nosotros, los detiene a ellos, reduce su capacidad de vivir mejor, o en algunos casos, de comenzar realmente a vivir. ¿No es la ciencia uno de los caminos al bienestar de la humanidad? ¿No es la rama de la salud quien debería enfocarse en dar respuestas eficientes a enfermedades terribles? Colegas científicos, tengamos la capacidad de decir “esto no es para mí, pero sin duda es para alguien”

La ignorancia no es una bendición, la ignorancia es una mala maña, decidir rechazar algo por que es contrario a nuestras creencias nunca hubiera permitido la calidad de vida de la que gozamos, ni siquiera la esperanza de vida que tenemos.

Mi mensaje para quienes quieren dedicarse a la ciencia es el siguiente, no será fácil, pero valdrá la pena. Mi mensaje para quienes nos dedicamos a ella, sobre todo a las mujeres, es que sigan adelante, no se den por vencidas, así como los medicamentos cambian para ser mas efectivos, la sociedad también presenta cambios, en algún punto, dejaremos de ser “Señoritas” y seremos “La bióloga, la química, la doctora..” o cualquier título que tengas o que busques, comencemos a edificarnos entre nosotras, a alentarnos entre nosotras y a dejar de lado la competencia, acá todas luchamos por algo, y ese algo es más grande que nosotras mismas, después de todo, la ciencia está aquí para ayudar a la humanidad. ¡Hagamos ciencia juntas!

Egresada de Ciencias Biológicas como Químico Bacteriólogo Parasitólogo, trabajando en el laboratorio clínico del IMSS con una fascinación por la micologia y las fuentes confiables; Melina Aceves Torres, describe lo que para ella significa el día internacional de la niña y la mujer en la ciencia.